¿Qué podemos decir de Mishima que no se haya dicho ya? Nuestro último autor antes del verano es toda una leyenda de las letras japonesas. Además, disfrutó desde temprano de la atención de los medios de comunicación, por lo que es fácil conseguir documentos audiovisuales en los que escucharle y verle hablando de su obra y vida.
Es quizás por esto que es difícil separar al autor
de su obra, o al menos saber en dónde queda la línea fronteriza entre Hiraoka
Kimitake y Yukio Mishima, entre la persona y el autor. ¿Creéis que debemos leer
el opus de Mishima como una suerte de autobiografía? ¿Como una catarsis de sus
demonios internos? A primera vista, así lo parece. ¿Asistimos, más bien, a una
performance de la vida como objeto literario, al hilo de lo que hicieron
luminarios como Sôseki y Ogai Mori?
Mishima está lleno de preguntas y de mitos, lo
cual explica que haya perdurado en el canon literario por tanto tiempo. Es una
figura incómoda que curiosamente es más reverenciada en Occidente que en el
mismo Japón: los occidentales alaban la figura franca de Confesiones de una máscara mientras que algunos grupos radicales le
han hecho un mártir. Su añoranza del Japón de antaño, su búsqueda de la belleza
y su figura como “el último guerrero samurái” hicieron que Mishima personalizase
la esencia mismo de lo japonés. Sin embargo, en su país esos mismos ideales
generaron resquemor y hasta rechazo entre la población, y hasta podríamos decir
que se hubiese preferido que autores de mayor estatura literaria, tales como
Tanizaki, Akutagawa o Kawabata, recibieran tanto o más reconocimiento que una
figura tan sensacionalista como Mishima.
Quizás debimos hacer caso a los especialistas. La
calidad literaria de Mishima es innegable, pero también se sabe que su carrera
tuvo gran aciertos y mayores desaciertos. Su gran obra, la tetralogía que
escribe al final de su vida, adolece de fallos de ritmo y trama en pro de la
ideología que en ellas quiere exponer. Su nombre, llevado a la fama
internacional como “el mejor escritor de Japón”, eclipsó a muchas otros
artistas, a lo que seguramente ayuda el morbo que creó su vida y, sobre todo,
su muerte.
Mishima se le lee y se le conoce más, es nuestra
referencia en literatura japonesa… a pesar de que poco tiene de esta, si se le
compara con Kawabata. No solo la estructura de sus obras suele tener una trama
cerrada, con un principio-nudo-desenlace, sino que tienen un gran contenido
filosófico, particularmente nihilista, que bebe tanto de Bildungsroman alemán como
de los ideales de belleza de la antigua Grecia. Si bien cita a Mori Ôgai como
uno de sus escritores favoritos japoneses, Mishima siempre rendirá honores a
Nietzsche y a Mann como sus principales influencias. De
sus contemporáneos, que acusaban a Mishima por el estilo “sesudo” de sus obras
donde las conversaciones más parecían clases de filosofía, Mishima advierte:
“Por lo que
respecta a las conversaciones en mis novelas, creo que me he liberado
grandemente de las exigencias japonesas. Los escritores japoneses gustan de
mostrar su delicada habilidad para contar de forma indirecta, a través de
conversaciones, de la personalidad, temperamentos y visión de vida de sus
personajes; pero las conversaciones […] que se leen solo por su contenido […] que
se funden con el flujo de las descripciones, esas son una especialidad de las
novelas de Goethe y de la novela alemana en general.”
Una vez más, como lectores nos vemos engañados por
la historia. El más japonés de los escritores resulta ser uno de los más occidentales.
Incluso una de las novelas más populares y japonesas de Mishima, El rumor del oleaje, nace a partir de un
viaje a Grecia, que lo impulsa a escribirla siguiendo el modelo de la historia Dafnis y Cloe del escritor griego Longo.
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¿Por qué
creéis que un personaje, célebre por su ultranacionalismo de derechas, se
apropia tan libremente de lo extranjero que tanto rechaza?
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¿Qué cualidad
de Mishima os parece más “japonesa”?
Como hemos mencionado antes, hay mucho material
sobre Mishima, su vida y su obra. En español la editorial Alianza tiene casi
toda su obra publicada, mientras que todavía se puede conseguir en bibliotecas
y en librerías de segunda mano sus obras de teatro traducidas al español. Por suerte,
también podéis encontrar muchísimas referencias audiovisuales, tales como
representaciones de su obra La marquesa de Sade,
biografías, entrevistas, y
adaptaciones de sus libros (entre las que podemos ver la polémica Mishima: una vida en cuatro
capítulos donde Paul Schrader combina la obra de Mishima con su biografía
y una adaptación
operística de El pabellón de oro)
La reunión final será por videoconferencia a
través de ZOOM el viernes 24 de julio. Las plazas para esta sesión se han agotado, pero os
recordamos que todos los viernes del mes de junio animaremos la lectura
publicando en nuestras redes sociales (blog e Instagram) preguntas de reflexión
y debate.
¡Feliz lectura!
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