Club de lectura: 47 ronin. La historia de los leales samuráis de Ako - semana 3 - Las sendas del guerrero
Estamos terminando el tiempo de lectura de 47 ronin. La historia de los leales samuráis de Ako de Tamenga Shunsui. ¿Es la primera vez que leéis una historia japonesa sobre samuráis? ¿cumple vuestras expectativas?
Hoy nos alejamos del contexto histórico para acercarnos a uno de los pilares de la historia: el famoso código de honor, el bushido.
Es muy curioso, ya que sin haberlos visto de primera mano, todos tenemos una idea de cómo es "el verdadero samurái": maneras elegantes y pocas palabras, moral intachable, su valentía no conoce límites y la lealtad y el honor son su estandarte. También se les conoce por ser hombres de gusto impecable, implacables con la cobardía y la mentira y, en algunos casos, hasta de talento artístico.
Semejante idea de galante hombría parece que ha existido desde tiempos inmemoriales. Pero los samuráis, al menos con este nombre, no son milenarios puesto que los guerreros de profesión entraron en escena después del siglo X, e incluso el término bushido es relativamente nuevo, comenzando a usarse hacia las últimas décadas de los 1800.
Sus orígenes los encontramos en los guerreros "de profesión" que surgieron en el medioevo en Japón. Contratados para prestar sus servicios como soldados o como guardaespaldas, recibían varios nombres, entre los cuales el que nos puede resultar más reconocible es el de bushi. Podemos imaginar que estos guerreros, que peleaban a cambio de una compensación y no exactamente por lealtad, quizás no reconocerían la abnegación de los 47 ronin. Después de todo, estos eran hombres forjados en el fragor de la batalla, pocos se podría dar el lujo de sentar por escrito un código moral, mucho menos de observar la exquisita etiqueta que conocemos de los samuráis.
Pasado el tiempo de las primeras batallas que debilitaron el poder del emperador y dieron paso a los grandes clanes guerreros, anécdota que encontramos en la obra El cantar de Heike, encontramos ya la figura de los samuráis. Lo que en un inicio son guerreros a sueldo, pronto se harán con tierras y poder, estableciéndose como una clase social en toda regla. Es al final del medioevo, durante el período llamado Sengoku (Estados en guerra) donde aparecen las figuras más legendarias de la historia japonesa: Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyori, Takeda Shingen y Tokugawa Ieyasu, entre otros. Los guerreros ya no dependen del mejor postor, sino que heredan su estatus de samurái, por lo que la lealtad al cabeza del clan sí se vuelve vital, entrando en juego consideraciones religiosas tales como la piedad filial y el respeto a los ancestros. Estos años fueron extremadamente turbulentos, con grandes batallas y pequeñas escaramuzas por doquier: el valor y el arrojo eran de rigor si se quería vivir, pero más aún si se quería encontrar honor y renombre.
Tokugawa Ieyasu, el shogun que unificará a Japón y cuyo clan traerá la paz al país por casi trescientos años, da inicio a un período donde veremos por fin aparecer los escritos sobre el código samurái, comenzando por Hagakure de Yamamoto Tsunetomo. Escrito en 1716, pero publicado mucho después a finales del siglo XIX, nos dice desde la primera página que“La senda del samurái es la muerte” y procede a explicarnos a través de reflexiones y anécdotas cómo debe ser el proceder y la actitud de un verdadero samurái. Debemos destacar que Yamamoto era de familia samurái, pero parece que no tuvo la oportunidad de participar en ninguna guerra. Sus reflexiones pueden considerarse incluso como producto de la nostalgia de un pasado glorioso, ya que la génesis del libro, según dicen, fue la prohibición del gobierno Tokugawa de la práctica del junshi, es decir, de la muerte voluntaria de los vasallos de confianza de un señor después de su muerte. A Yamamoto no se le permitió hacer esta última demostración de lealtad, por lo que se "alejó del mundo" tomando los hábitos y procedió a dictar Hagakure a uno de sus discípulos, añorando tiempos pasados.
Casi dos siglos después, Nitobe Inazô se lanza a escribir un ensayo dirigido al público norteamericano, en un intento por explicar "lo japonés". Convertido al cristianismo, Nitobe hace acopio de "lo que se le enseñó en su juventud, cuando el feudalismo seguía vigente" (pág. 206, Ed. Círculo de Tiza). y trata de explicar la esencia de la cultura y de la moral japonesa a través del bushido, aquel "conjunto de principios morales de obligada observancia transmitido a los caballeros”, comparándolo a lo que fueron los ideales caballerescos en Europa. El libro Bushido, the Soul of Japan se publica en 1900 y tiene muchísimo éxito, particularmente en Occidente, donde se traduce a múltiples lenguas y es leído por todo tipo de personas, desde académicos a diplomáticos, en un intento por entender Japón.
Nitobe pasa revista a los fundamentos del
código entre los que destacan el “budismo,
la fe que le aportó su serena confianza en el destino, su callada sumisión ante
lo inevitable, su calma estoica ante el peligro y la calamidad, y su desdén por
la vida y su simpatía por la muerte” (pág. 225), el sintoísmo “valores como la lealtad al soberano, la
reverencia a la memoria de los ancestros y la piedad filial… que insuflaron una
actitud pacífica a [su], de otro modo, arrogante naturaleza” (pág. 225-226).
Al leer estos preceptos, no tenemos dificultad alguna en llamar a la memoria la
figura de Oishi, o las lágrimas que vierten los ronin de nuestra historia
cuando no pueden vengar abiertamente a su señor o que le causan pesares a su
familia y, sobre todo, a sus padres, así como su aparente indiferencia hacia la
muerte que les traerán sus acciones.
Pero no podemos pasar por desapercibido que, aunque basados en la experiencia o en unos códigos culturales y religiosos comunes, tanto Hagakure como Bushido, y las obras de otros autores como Yamaga Sokô y Daidôji Yûzan, fueron escritas lejos del campo de batalla y a partir de una idealización de su propia profesión. A este mito que surge alrededor de la figura del samurái se le podrían unir dos figuras más, de estatura legendaria cada uno: El libro de los cinco anillos del famoso dualista Miyamoto Musashi y la figura de Yukio Mishima, cuyos actos y creencias lo hicieron ver como "el samurái moderno". En efecto, el ensayo de Mishima El sol y el acero es su respuesta al texto de Hagakure.
Es esta añoranza, revestida con notas de idealismo, que ha llevado a algunos historiadores a apoyar la teoría de que el bushido no se debe tomar como un código real, o como una característica inherente de los samuráis, sino como un constructo creado en la era Meiji. En un momento donde Japón se abría a las potencias extranjeras y trataba competir en la escena internacional de igual a igual, la nobleza del bushido representaría un pasado de guerreros gloriosos y de proceder impecable sobre los que asentar un nuevo espíritu nacional.
La reunión final será virtual a través de ZOOM el viernes 29 de enero en dos turnos con un aforo máximo de 10 personas: de 16h a 17:30 o de 18h a 19:30. Lamentablemente se han agotado las plazas para esta reunión, pero os invitamos a dejarnos vuestra opinión del libro en los comentarios y así podremos compartirlas durante la reunión para animar el debate.
¡Feliz lectura!
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