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Selecciones de la biblioteca: El tren nocturno de la Vía Láctea de Kenji Miyazawa

 

A través de las lágrimas, Giovanni contempló la Vía Láctea, blanquecina y borrosa, como si se hubiera disuelto en la distancia.”

 ¿Cuál es el lugar más lejano al que habéis viajado? Sea cual sea, seguro que queda mucho más cerca que aquel al que se dirigen los protagonistas de esta novela corta.

Los protagonistas son dos amigos: Giovanni, un niño algo despistado y descuidado; y Campanella, más callado y educado. La historia comienza en un punto complicado, puesto que, a pesar de ser grandes amigos, se encuentran algo distanciados el uno del otro.

Una noche Giovanni se queda dormido en el monte y al despertar ve un tren que viene del cielo nocturno. Decide subirse, dándose cuenta de que su amigo Campanella también se ha montado. Así, les acompañaremos en un viaje lleno de fantasía por el espacio exterior, un lugar lleno de visiones coloridas y extraordinarias. Sin embargo, a pesar de la belleza de los parajes, el tren esconde un secreto: su destino. Poco a poco Giovanni y Campanella, al conversar con los demás viajeros, irán siendo conscientes de cuál es la última parada…

En la edición de Satori se incluyen además dos relatos: “Matasaburo, el genio del viento” y “Gauche, el violoncelista”, con el mismo ambiente bucólico-fantástico que la novela corta que da título a la obra. El primero trata acerca de un niño que acaba de cambiarse a una escuela nueva y que causa impresión entre sus nuevos compañeros, ya que al parecer es el hijo del dios del viento. Por otro lado, en el segundo cuento somos testigos de las vicisitudes que pasa el protagonista, violoncelista en una orquesta, para intentar impresionar al director. Los animalillos del bosque no se lo pondrán fácil para ensayar con sus numerosas interrupciones.

Si leyendo esta obra de Miyazawa o alguna otra suya os recuerda al mundo de las películas de Ghibli, es porque precisamente este autor fue una gran influencia para los directores de películas de animación Hayao Miyazaki e Isao Takahata. De hecho, uno de los primeros trabajos como director de Takahata fue una adaptación de “Gauche, el violoncelista” (Sero Hiki Goushu, 1982).

Así que, si os gustan las historias de fantasía con mucho corazón, seguro que no os equivocaréis con ninguna obra de Kenji Miyazawa.

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