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El teatro nô

Cambiando un poco el enfoque de estos artículos sobre literatura japonesa, hoy dedicaremos unas líneas a una de las artes escénicas más famosas de este país; un arte aparentemente intemporal, que ha sufrido grandes modificaciones desde su primera aparición hasta la fecha actual. Para aquellos que no estén familiarizados con los distintos teatros japoneses, como en ocasiones ocurre, haremos aquí una rápida distinción entre los dos principales; el nō es lento y tiene máscaras; si aparece gente muy maquillada y escenas sangrientas, se trata de kabuki




Estructuralmente, la obra de teatro nō es bastante sencilla. En el escenario tenemos un actor principal (シテshite) y un segundo (脇waki), acompañados en ocasiones de sus correspondientes ayudantes (shitezure y wakizure). El coro (地謡jiutai) no constituye un personaje en sí, sino un complemento que en ocasiones presta voz al actor principal. En la gran mayoría de los casos, el personaje del shite es una deidad, un fantasma o algún otro ser sobrenatural con el que el waki, un monje, se encuentra en el transcurso de un peregrinaje, bajo algún tipo de disfraz. En la segunda parte de la obra, el shite revela su auténtica forma, lo que suele conllevar la exhibición de las dotes para la danza del actor, amén de la de vistosos ropajes. Entre las dos partes se puede incluir la presencia de un actor cómico (間狂言aikyōgen), que resume la historia del personaje del shite. Los temas de estas obras suelen pertenecer a clásicos como el Genji Monogatari, el Ise Monogatari o el Heike Monogatari, bien conocidas por el público japonés.

Sin embargo, el nō originario, si de tal cosa se puede hablar, poco tenía que ver con las solemnes y dignas actuaciones de las que podemos disfrutar hoy. Las primeras manifestaciones de lo que se convertiría en este arte fueron una serie de espectáculos cómicos y circenses que se organizaban entorno a templos y santuarios durante fiestas de la cosecha. Las influencias que sufrirían de otros tipos de representación, como los bailes cortesanos, ayudarían a crear una estructura clara dentro de las obras e introducirían importantes elementos, como la importancia del vestuario y las máscaras.

En aquellos tiempos sencillos en los que la obra media todavía podía ser representada en menos de una hora, apareció un hombre que, por primera vez, pondría por escrito el texto de sus obras; su nombre era Kan'ami Kiyotsugu. Si creemos los escritos de su hijo, del que luego hablaremos, se trataba de un artista de gran talento, que vivía para el público, sin importar de qué extracción social fuese. Según lo que podemos leer de él, era capaz de interpretar de tal manera que sabía satisfacer tanto al campesino más humilde como a los nobles de la capital. Su teatro, además, estaba basado principalmente en la imitación de la realidad (monomane, 物まね), una característica cuya importancia desaparecería en favor de elementos más estéticos. Esto se debió principalmente al desarrollo posterior que el nô recibió a manos de Zeami Motokiyo, el ya mencionado hijo de Kan'ami.



En el año 1374, cuando Zeami era tan solo un adolescente, la compañía de su padre ofreció una actuación en la capital a la que asistió el shogun Ashikaga Yoshimitsu. Este se quedó tan encandilado con la belleza del joven que en el acto le ofreció su patrocinio y lo llevó a la corte, desatando la ira de aquellos que entendían como una clara señal de decadencia social el favor que se le otorgaba a un mero actor. Encontramos en un diario de un cortesano de la época quejas sobre como el shogun y el "pordiosero" compartían conversación y bebidas en el mismo palco. Por suerte para el muchacho, también hubo aquellos que, queriendo agradar al gobernante, le recibían con amabilidad en su círculo, permitiéndole empaparse de la cultura de la corte. El nō de Zeami tendrá mucho que deber a la poesía con la que allí se encontró, particularmente el renga


Esta influencia tuvo tal importancia para él, que el joven autor llegó a considerar el patronazgo nobiliario como la base de su arte, olvidándose de los públicos populares a los que su padre nunca abandonó. En los numerosos tratados que escribe en su madurez, encontramos una gran diferencia con las ideas que aparecen en Fūshikaden (風姿花伝), en el que expresa principalmente las teorías dramáticas de su Kan'ami. La de la poesía no es la única influencia que podemos encontrar en ellos, sin embargo. Según avanza el tiempo, para Zeami cobran mayor importancia las cualidades del actor que no pueden comprenderse a simple vista, ni ser explicadas racionalmente; su arte va tomando unos tonos de budismo zen, que convertirán sus obras más en un ritual en el que alcanzar una comunión estética entre actores y público que en obras de teatro como las entendemos. Sus actores han de mostrar una belleza contenida pero innegable, sutil y misteriosa que desde luego no puede alcanzarse a través de la simple imitación del mundo.


Obras disponibles en la biblioteca: Fūshikaden. Tratado sobre la práctica del teatro nō y cuatro dramas nō (Trotta Editorial), 9 Piezas de teatro nō (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).

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