“Las konbini están llenas de sonidos.” Esto es lo primero que leemos en nuestro segundo libro del ciclo “Raros” del Club de lectura, “La dependienta” de Sayaka Murata. La escritora se valió de su larga experiencia trabajando en estas tiendas de 24h para recrear el ambiente que allí se vive. ¿Qué os pareció? ¿Alguna vez habéis visitado alguna?
Para los occidentales, de por sí el concepto de las konbini puede resultar extraño, puesto que no tenemos un verdadero equivalente en nuestros países. A pesar de ser una idea importada de Estados Unidos (de allí que las dos cadenas más conocidas sean 7Eleven y Lawson), las konbini han evolucionado en un concepto particularmente japonés, tanto así que se suele recomendar a los turistas entrar y disfrutar de todo lo que ofrecen: desde comida de todo tipo, bebidas y publicaciones períodicas, hasta la mercancía más variada como juguetes, artículos de limpieza y farmacia, calcetines o corbatas negras (en caso de un funeral repentino). Suelen tener espacios dedicados a los cajeros automáticos del banco, pero también taquillas automaticas para el correo postal, para el pago de facturas, para comprar billetes de lotería y entradas de espectáculos. Brillando en la oscuridad ofrecen un lugar donde comprar tabaco o calentarse con una taza de café, y los días de lluvia tienen a disposición de los clientes los famosos paraguas plásticos transparentes. En resumen, las konbini son un microcosmos donde se reúnen todas las necesidades básicas del ser humano.
La protagonista de “La dependienta”, Keiko, no solo trabaja en una de estas tiendas, sino que lo ha hecho su habitat. Después de años trabajando en el mismo puesto, para horror de sus allegados que temen por su estabilidad social y financiera, llegará a tener una relación de simbiosis tal que su cuerpo y su percepción están completamente sintonizados con “la voz de la tienda”. Curioso, sin duda, pero no difícil de imaginar para aquellos que han trabajado cierto tiempo en un mismo lugar: el cuerpo se amolda, de forma más o menos voluntaria, a una rutina, a unos sonidos y a unas expectativas.
- La vida laboral de Keiko es, cuando menos peculiar. Para sus congéneres, es extraño que una persona se gane la vida por horas, sin buscar un trabajo estable dentro de una compañía o, en caso de ser mujer, casarse. Para los occidentales lo extraño puede resultar su férrea resolución de trabajar siempre en el mismo lugar en el mismo puesto, sin anhelar un ascenso o un cambio. Seamos de donde seamos, parece que nos gana la idea de la estabilidad, de la aventura, del éxito, o cuando menos, del aburrimiento. ¿Os ha pasado esto? ¿Qué pensáis de Keiko y de su relación con la konbini?
- Sayaka Murata cuenta en una entrevista cómo los sonidos de las konbini fueron lo primero que le vinieron a la mente al construir el personaje de Keiko. ¿Vosotros cómo describiríais las sensaciones que os trasmite vuestro trabajo? ¿Comenzaríais por el sonido, los aromas, las imágenes?
¡Animáos a participar en nuestra sesión final de debate virtual a través de ZOOM el viernes 25 de febrero a las 18h! Para inscribiros, basta enviar un email a biblioteca@fundacionjapon.es con vuestro nombre completo y un número de contacto.
¡Os esperamos!
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