Para una historia tan corta, que abarca poco más de 70 páginas, Yasushi Inoue crea en La escopeta de caza una situación muy particular para el lector: nos obliga a presenciar una historia de la que somos cómplices de los secretos, de la soledad y de los sesgos de todos sus personajes. A medida que pasan las páginas vamos internalizando la catarsis de Shoko, Midori y de Saiko, y avistamos quizá la de Josuke y la del narrador, pero ¿qué catarsis hay para el lector que ha sido testigo y accesorio de los sucesos de la novela?
Yasushi Inoue compone una novela coral, más que una simple historia epistolar. A pesar de tratarse de una trama basada en cartas, ninguna espera una respuesta. Las cartas son un mero juego de espejos que nos muestran lo terrible que pueden resultar las relaciones afectivas para las personas que las viven y que, sin importar la intensidad de la unión, hay mil y una formas de interpretar el mismo suceso, según quien lo cuente. Una imagen con la que podemos ejemplificar perfectamente este juego es la chaqueta que usa Saiko, el haori de cardos.
El haori es una prenda que se
suele llevar por encima del kimono, muy parecida a una chaqueta. ¿No os llamó
la atención el color y la flor que lleva bordada? Aun presentándolo como una
prenda que remite a la juventud de Saiko, no nos encontramos con frescos
colores rosas o rojos, ni con flores de cerezo, sino con las espinas y con el
color púrpura (murasaki) de la flor del cardo.
Quienes hayan leído la literatura de la
época Heian, o quienes gusten de la poesía japonesa, sabrán sin duda que los
colores y las plantas tienen una carga simbólica muy fuerte dentro de la
literatura japonesa. En los haiku, por ejemplo, los kigo o
palabras de estación son las que dan sentido al poema, mientras que Sei
Shonagon relata detalladamente las combinaciones de colores más adecuadas para los kimono de hombre
y mujer. La selección que ha hecho Yasushi Inoue para su obra no es, por tanto,
casual. El color púrpura es sinónimo de estatus y de alcurnia, dada la dificultad de obtener el tinte
natural necesario. Sin embargo, también significa “amor eterno”, puesto que se
relaciona con las largas y fuertes raíces de la planta gromwell, de donde se
obtiene el color. Nuestra primera lectura del haori casa con la de
Shoko, cuando nos enteramos del amor entre su madre y Josuke, y que nos lleva a
pensar en una relación a prueba de todo, más allá de la vejez, la muerte y las
convenciones.
Pero en la segunda carta el lector es
obligado a confrontar una nueva versión de esta prenda, que pronto se revela
como maligna: en japonés al cardo se le llama “azami”,
palabra que proviene del verbo azamuku, es decir, engaño. Para Midori es
la prueba de que vive en un matrimonio lleno de mentiras y la prueba flagrante
del pecado que han cometido todos con su silencio.
- Y vosotros, ¿qué creéis que simboliza el haori de cardos para Shoko? ¡Dejadnos en comentarios vuestras teorías!
¡Feliz lectura!
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